martes, 31 de agosto de 2010

Noche de fuga

Ella huye de las cucarachas, no las soporta, pero más que no soportarlas, no soporta ir sola, no soporta volver sola y que nadie pueda defenderla de semejante bicharraco. Sus piernas son tan blancas que el contraste con las mismas es muy violento para todos los que, lamentablemente, tengan que observar dicho espectáculo. Lo peor de todo, no es el bicho, no es ella, no es la ciudad, no es el barrio, no es nada, ni siquiera su enemigo, sino la incapacidad de soltar una sola lágrima desde hace al menos 4 meses. Sólo un sentimiento más superficial, como puede ser el fútbol, puede ser su perfecta excusa para llorar sin tener que dar explicaciones, sin extenderse en el tiempo, sin llamar la atención de nadie, sin preocupar a nadie. A lo mejor, no olvida los hechos violentos acaecidos aquella noche de feria, cuando sí que lloró, y no de pena como quiere ahora, sino de miedo. Un miedo aterrador como aquel que es imposible de describir. Ese es el verdadero miedo, el indescriptible. Cuando no sabes ni donde tienes la cabeza, cuando sólo repites palabras que realmente no estás pensado, cuando estás pensado en inglés porque tu estupidez no tiene límite…sólo miedo, mucho miedo