domingo, 14 de febrero de 2010

El primer sí


Sin punto que lo finalice,
Pero sí con la coma que lo prolongue

Así es, aquí estoy, con el NO agotado y guardado en la nevera, con la cara deshecha y llena de risas.
El otro día me precipité, quise cerrar violentamente mi YO, mi Yo parlanchín, quise taparle la boca no para siempre pero sí por un tiempo. Y ahora es él quien me calla a mí, quien me obliga a decir, a ser y a vivir como él y yo sabemos. Y no me quejo, para nada. Lo disfruto. Ahora mismo estoy liderando mi expedición, a la cabeza de todo, buscando mi decir, mi gloria de palabra y el color con el que subrayarme para que vuestras memorias me recuerden. Sí, eso quiero. No parar de decir hasta que me muera, escribir con y sin sentido, en prosa o en verso, en blanco o en negro.

Así empezaba mi último y breve manifiesto literario, sin más objetivo que alzar la voz e invocar a todas las voces, para que no se callen nunca, para que nunca dejen de decir lo que sólo ellas pueden decir. Huyamos de la simpleza del blanco, huyamos de ese silencio incómodo que nos hace recordar lo que no debemos, huyamos si hace falta de nosotros mismos. Huyamos pero no nos abandonemos en una carrera de fondo donde nuestro único refresco son los libros.

Después seguía así:

He pasado estos días leyendo a los vanguardistas hispanoamericanos, con su egocentrismo oloroso, tan oloroso que el tufo me ha llegado a mí y me ha contagiado. Adoro a las personas, no a los personajes y ellos son personas que viven vidas de personajes que no dejan de renovarse, como todos nosotros. Tanta excitación me está volviendo caótica, os pido disculpas, pero ha sido de lo más gratificante encontrar en este camino algo y alguien con que y quien comparar a Carlos Fuentes en Terra Nostra. Ahora sólo necesito tiempo y horas de lectura, y más horas de escritura.

No sólo quiero leerlos a ellos, quiero leeros a todos, a cada uno de vosotros, quiero que me habléis, quiero oíros gritar con palabras escritas sacadas del barro o de donde os plazca, quiero que su utopía se haga realidad, todos escritores, quiero escritores amigos y amigos escritores. Quiero un mundo de palabras. Y sólo de palabras. Pero también quiero que me habléis en vuestro idioma, sin necesidad de traducción poética, artística o literaria. Quiero interpretaros y que interpretéis vuestro papel, quiero que me interpretéis como sabéis.


Todas las primeras intenciones quedan dichas.